Nuevo estudio sobre la orientación astronómica de las pirámides de Egipto

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El trabajo, realizado por el investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias Juan Antonio Belmonte, ha sido publicado recientemente por la revista Journal for the History of Astronomy, en su suplemento Archaeoastronomy

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La precisa orientación hacia los cuatro puntos cardinales de las pirámides de Egipto sigue siendo un tema de interés que nos remonta a uno de los primeros momentos en la historia de la civilización en que la astronomía se puso al servicio de la cultura, en este caso, de la arquitectura monumental. Desde el siglo XIX, numerosos investigadores se han ocupado de buscar una explicación al supuesto nivel astronómico de los egipcios postulando diversas teorías. Recientemente, la revista Nature publicó en portada una nueva idea propuesta por la egiptóloga británica Kate Spence, según la cual el alineamiento de las pirámides se habría conseguido mediante la observación del tránsito simultáneo por el meridiano celeste (línea imaginaria que divide la bóveda celeste en dos mitades: occidental y oriental) de dos estrellas circumpolares situadas en lados opuestos del polo (Kochab y Mizar), rebajando así en casi 80 años la cronología de la Gran Pirámide. Ahora, el artículo firmado por el investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias analiza la propuesta de Spence y la mejora con la aportación de nuevas hipótesis.

Como es bien sabido, las pirámides de Egipto, y en particular las de los reyes de la IV Dinastía Keops, Kefren y Micerinos, erigidas en la Meseta de Giza hace probablemente unos 4.500 años, están orientadas con una extraordinaria precisión hacia los cuatro puntos cardinales. Ahora Belmonte propone que esta orientación de las pirámides, siguiendo la línea meridiana, podría haberse conseguido mediante la observación del tránsito meridiano de las estrellas Phecda y Megrez, pertenecientes a la constelación de la Pierna de Toro, una de las más importantes de los antiguos egipcios (equivalente a nuestro Carro de la Osa Mayor). La prolongación de la línea de unión entre estas dos estrellas apuntaba hacia Thuban (la estrella polar de aquella época), del mismo modo que hoy en día la prolongación de la línea que une las estrellas Merak y Dubhe (las más brillantes del cuadrilátero de la Osa Mayor) nos señala la estrella polar actual.

En esta nueva hipótesis, la máxima precisión en la orientación se habría conseguido en torno al año 2562 a.C. y, en consecuencia, la Gran Pirámide podría haberse alineado en fechas cercanas a la anterior, en un momento intermedio entre las dos fechas extremas propuestas en la actualidad para el comienzo del reinado de Keops, 2589 y 2551 a.C., lo que hace innecesaria la reducción en la cronología propuesta por Spence.

La hipótesis formulada por Belmonte posee importantes implicaciones cronológicas e históricas, incluyendo las mitológicas, que pueden ayudar a una mejor comprensión de cómo los egipcios de la civilización faraónica entendían el Cosmos y se servían de él para, entre otras muchas cosas, orientar adecuadamente sus monumentos más importantes.

Texto completo del artículo (publicado en el número 1-2001 de la revista IAC-Noticias)

 

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