La actividad solar es producida por una variedad de complejas interacciones entre el potente campo magnético que alberga y el plasma ionizado de que está compuesto. Su estudio es importante tanto por razones científicas como de tipo práctico. Por una parte el Sol es la única estrella cuya superficie podemos resolver en detalle, podemos observar e incluso medir su campo magnético de forma más o menos rutinaria. Estas observaciones nos muestran las interacciones magneto-hidrodinámicas entre el plasma y el campo magnético en condiciones que no podemos reproducir en laboratorios terrestres, ni siquiera en simulaciones numéricas.
El Sol es, en el ámbito de la astrofísica, una referencia universal, una piedra de Rosetta que nos ayuda a interpretar los estudios que hacemos en otras estrellas. Las certezas, pero también las incertidumbres, que alcanzamos al estudiar el Sol se propagan de forma natural por toda la astrofísica.
Un ejemplo inquietante de esto último es el debate que se ha abierto con la llamada crisis del oxígeno solar, tras una serie de recientes trabajos en los que se revisa a la baja la metalicidad solar.
Desde un punto de vista más pragmático, cada vez existe mayor interés social en entender la actividad solar, el space weather y el impacto que los fenómenos violentos que observamos tiene sobre nuestra sociedad tecnológica.
Una buena labor de divulgación es particularmente importante en este tema, donde se necesita mantener un delicado equilibrio para concienciar a la sociedad del peligro real que existe mientras se combate el alarmismo, que ha llegado a ser incluso apocalíptico. Pero las tormentas solares no constituyen el único interés práctico de estas observaciones. El desarrollo de los futuros reactores de fusión nuclear, una de las opciones más prometedoras para alcanzar el objetivo de abastecimiento energético no contaminante, sostenible y seguro, precisará del uso de técnicas de confinamiento magnético de plasmas a altas temperaturas. Esto es así dado que no existe ningún material que se pueda usar como contenedor capaz de resistir las temperaturas necesarias para la fusión.
El Sol nos proporciona un excepcional laboratorio de física donde podemos observar rutinariamente procesos fundamentales de interacción entre plasmas y campos magnéticos.
En el IAC existe una larga tradición de investigaciones y observaciones solares. En particular, el magnetismo ha venido siendo el eje central de una serie de proyectos anteriores que han cubierto desarrollos de instrumentación, teoría de transporte de radiación con polarización (recordemos que la polarimetría es una herramienta fundamental para observar el magnetismo), observaciones espectro- polarimétricas y técnicas de inversión. Estos proyectos anteriormente financiados son: AYA2001-1649, AYA2004-05792, AYA2007-63881 y AYA2010-18029, cuyo legado ha dejado un grupo pionero en esta especialidad y numerosos avances (ver http://www.iac.es/proyecto/magnetism). Este nuevo proyecto persigue aprovechar la oportunidad que nos presenta la nueva generación de grandes telescopios solares como el European Solar Telescope (EST), cuyo diseño ha liderado nuestro grupo, la misión espacial Solar-C, que se prevé sea la sucesora de la exitosa Hinode, el cohete CLASP de NASA-JAXA en el que nuestro grupo participa a nivel de co-IP, o el Daniel K. Inouye Solar Telescope (anteriormente conocido como ATST)