La misión se enmarca dentro de la estrategia de defensa planetaria de la Agencia Espacial Europea (ESA)
El Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) acoge esta semana la reunión del Grupo Asesor Científico (SAG) vinculado a la misión de ESA NEOMIR (NearEarth Object Mission in the InfraRed) que tiene el objetivo, entre otros asuntos, de crear un sistema de detección de asteroides próximos a la Tierra a través de un telescopio espacial.
La misión se enmarca dentro de la estrategia de defensa planetaria de la Agencia Espacial Europea (ESA) que se ha fijado como fecha posible de lanzamiento, a través de un cohete Ariene 6-2, el año 2030.
El coordinador del SAG e investigador del IAC, Javier Licandro, señala que en la actualidad “todos aquellos asteroides que vienen desde la dirección del Sol no lo podemos ver”. Para solucionar este problema, esta misión de la ESA situará el telescopio entre el Sol y la Tierra. Al estar ubicado fuera de la atmósfera terrestre y con la capacidad de observar en luz infrarroja, NEOMIR detectará el calor emitido por los propios asteroides, lo que facilita no sólo su detección, sino que también permite determinar su tamaño, un parámetro fundamental para determinar los efectos en caso de colisión con la Tierra.
El coordinador del SAG adelantó que están considerando utilizar un método de detección diferente denominado Synthetic Tracking y que facilitaría la detección de estos objetos “que se mueven muy rápido”.
Luca Conversi, miembro de la ESA y máximo representante del proyecto, explica que se deben tomar más imágenes del mismo campo dejando un tiempo para detectar los cuerpos en movimiento con el objeto de poder distinguir los asteroides de, por ejemplo, las estrellas.
Los objetos que se pretenden detectar con este telescopio tienen al menos 20 metros de diámetro y no presentan una amenaza global para la vida en la Tierra, pero sí podría tener efectos sobre la población e infraestructuras en el sitio de impacto. Su detección temprana permitiría a las autoridades llevar a cabo las medidas de seguridad pertinentes para mitigar estos efectos. Se estima que el instrumento pueda detectarlos con una media de 1 mes de antelación o hasta tres días en el peor de los casos. Licandro plantea la misión como “una red temprana de alerta de impactos de pequeños cuerpos”.
El telescopio espacial está diseñado para operar un total de siete años con una posible extensión de otros cinco años. Su puesta en funcionamiento traerá consigo beneficios en otras áreas, como puede ser el mapeado de todo el polvo de la zona eclíptica del Sol, y la caracterización de la población de asteroides y cometas que orbitan en las proximidades del Sol. “Se va a observar una región del cielo que, por lo menos, en los últimos 30 años, ningún instrumento, ni en el cielo ni en la Tierra, la ha observado”, señala Conversi.
En el SAG están representados centros y universidades de distintos países y forman parte de ella el coordinador Javier Licandro, del IAC; Karry Muinonen, de la Universidad de Helsinki; Thomas Müeller, del Instituto Max-Planck de Física Extraterrestre; Alan Fitzsimmons, de la Universidad Queen’s de Belfast; Paolo Tanga y Marco Delbo, del Observatorio de la Costa Azul y Marcel Popescu, del Instituto Astronómico de la Academia Rumana.