La misión de la Agencia Espacial Europea Gaia está revolucionando nuestra concepción de la formación y evolución de la Vía Láctea, la galaxia espiral que habitamos. Gaia está midiendo luminosidades aparentes, colores, posiciones, movimientos y las composiciones químicas de estrellas individuales como nunca antes. En particular, combinando luminosidades aparentes y distancias a estas estrellas, en este trabajo hemos calculado la luminosidad intrínseca real de 24 millones de estrellas en una esfera de 6500 años-luz alrededor del Sol. La comparativa de estas luminosidades y colores con precisos modelos de estrellas ha permitido obtener la historia evolutiva de nuestra Galaxia más detallada hasta la fecha. Según este estudio, hace 13 mil millones de años la formación de estrellas en la Vía Láctea era violenta y sostenida, pero el ritmo al que las estrellas se formaban decreció gradualmente con el tiempo. Superpuestos a este comportamiento, drásticos episodios de formación estelar fueron encontrados. Durante estos episodios el ritmo creció hasta cuatro veces el ritmo normal. El primero de estos incrementos tuvo lugar hace unos 5 a 6 mil millones de años, seguido de otros hace 2 mil, mil y 100 millones de años, respectivamente. Pero, ¿qué pudo causar estos violentos eventos de formación estelar en un sistema tan masivo como nuestra Galaxia? La Vía Láctea, la galaxia de Andrómeda (M31) y decenas de galaxias mucho menores (llamadas enanas, y que se encuentran orbitando estos sistemas más masivos) conforman lo que denominamos Grupo Local. Una de estas pequeñas galaxias es la galaxia enana de Sagitario, una galaxia que de hecho se encuentra ahora mismo en plena interación con la Vía Láctea. Complejas simulaciones sugieren que ésta no es la primera vez que ambas galaxias se encuentran tan próximas. Parece que esto ya sucedió hace 5-6 mil millones de años, cuando Sagitario completó su primera aproximación a la Vía Láctea, acercamiento que repitió hace 2 mil y mil millones de años, coincidiendo exactamente con los eventos de formación estelar revelados en este estudio. Todo parece indicar que estas interacciones entre ambos sistemas fueron capaces de estimular la formación de nuevas estrellas en nuestra Galaxia, afectando drásticamente su evolución. Estos resultados desafían los modelos actuales de formación estellar en galaxias, y establecen límites observacionales para futuros estudios teóricos. Pero esto no es todo. Teniendo en cuenta que la edad del Sol y de nuestro Sistema Solar (unos 4700 millones de años) coincide con la extensión del primero de estos incrementos de formación estelar, podríamos especular con la posibilidad de que nuestro Sol fuera una de las muchas estrellas que se formaron a raiz de la interacción entre nuestra Galaxia y la galaxia enana de Sagitario (Sgr).
Fecha de publicación
Autores
Tomas
Ruiz Lara
Carmen
Gallart Gallart
E. J. Bernard
S. Cassisi
Referencias