En los años 90, el telescopio espacial COBE descubrió que no toda la emisión de microondas de nuestra galaxia se comportaba como esperábamos. Parte de la señal captada por el satélite provenía de un desconocido proceso de emisión; éste trazaba espacialmente la distribución del polvo Galáctico, pero emitía con mayor intensidad en el rango de las microondas. Desde entonces este proceso recibe el nombre de “emisión anómala de microondas” o AME, por sus siglas en inglés. Actualmente, la principal hipótesis para explicar el origen de la AME se basa en la emisión de pequeñas moléculas de polvo
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