Las galaxias interactúan entre sí e, incluso, llegan a fusionarse creando una nueva galaxia más grande y con forma elíptica. Este sociable comportamiento ha marcado gran parte de los trabajos que tratan de aclarar cómo evolucionan estos objetos. Sin embargo, también hay que buscar respuestas en su interior. Esta es la principal conclusión de la XXIII edición de la Canary Islands Winter School of Astrophysics, organizada por el Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y que concluye hoy, viernes 25, en el Puerto de la Cruz, en Tenerife.
Por espacio de dos semanas, los 83 participantes en las jornadas – estudiantes de doctorado y postdoctorado provenientes de Australia, Canadá, EE UU, Argentina, México, Corea, China, y toda Europa- han tenido la oportunidad de profundizar en la evolución de las galaxias de la mano de importantes especialistas en la materia.
La elección del tema no es casual. Aunque la evolución galáctica se estudia desde los años ’70, los avances en cartografiado y la información aportada por los telescopios de última generación han ampliado el interés por este campo de investigación, uno de los que plantea más incógnitas de la astrofísica actual.
“Hasta el momento, la comunidad científica pensaba que la evolución de las galaxias estaba dominada por la interacción o fusión entre ellas, desde el Bing Bang hasta nuestros días. Sin embargo, una de las conclusiones más importantes de esta Escuela de Invierno es que las galaxias, durante su vida, sufren fuertes transformaciones morfológicas y dinámicas inducidas por procesos internos que en muchas ocasiones superan aquellas producidas por agentes externos”, explica el investigador del IAC Jesús Falcón, uno de los organizadores del encuentro. Esta mirada al interior, añade el científico, “marcará la dirección de este campo de la astrofísica en la próxima década”.
En esta edición, la Escuela de Invierno del IAC ha contado con la presencia de figuras destacadas, como el profesor del California Institute of Technology (EEUU) Nick Scoville, uno de los impulsores del sondeo COSMOS, el mayor de sus características que cuenta con observaciones realizadas por varios de los mayores telescopios espaciales, Hubble, Spitzer, GALEX, XMM y Chandra, y terrestres. Este mapeado está permitiendo profundizar en la comprensión de la evolución galáctica pero, como explica el propio Scovillle, es sólo el principio: “Estamos observando sólo el 4% de la materia del universo. El resto, compuesto por la materia y la energía oscura, supondrá el próximo reto para la ciencia”.
Jacqueline van Gorkom, profesora de la Universidad de Columbia (EEUU), también aborda la cuestión de la materia oscura: “Su presencia es diez veces mayor en las galaxias que en las estrellas que vemos”. Según señala, es posible llegar a este tipo de conclusiones gracias a la radioastronomía, un campo que ofrece y ofrecerá amplia información sobre las galaxias. “Analizamos datos como el gas contenido en ellas, que permite que se sigan creando estrellas; o cómo se mueven”, explica la investigadora.
‘Pseudobulbos’ galácticos y agujeros negros
John Kormendy, profesor de la Universidad de Texas, Austin (EEUU), abordó en su presentación otra de las cuestiones de mayor actualidad en este ámbito de investigación: los pseudobulbos galácticos y su relación con los agujeros negros que se ubican en el centro de la mayoría de las galaxias.
Los bulbos galácticos son grupos de estrellas que suelen encontrarse en la parte central de las galaxias elípticas, aquellas que resultan de la fusión entre dos galaxias. Parece admitirse que estos objetos interactúan con los agujeros negros supermasivos de esas galaxias. “De alguna manera, se regulan mutuamente”, apunta Kormendy. Esto no ocurre en cambio con los pseudobulbos galácticos. Son estructuras similares a los bulbos pero aparecen en galaxias espirales –como La Vía Láctea-, es decir, galaxias que han evolucionado solas, sin fusionarse con otras. “Hemos descubierto que estos falsos bulbos no se relacionan con los agujeros negros de sus galaxias”, apunta el astrofísico. Conocer las razones y comprender el fenómeno también será objeto de estudio en los próximos años.
Hay más temas que despiertan el interés de los científicos. Para la profesora Daniela Calzetti, de la Universidad de Massachussets (EEUU), otro de los desafíos es comprender la formación de la secuencia de Edwin Hubble. Ideada por el astrónomo estadounidense en 1936, se trata de un diagrama –en forma de diapasón- que clasifica a las galaxias del universo en diez categorías. “Comprender los mecanismos físicos que determinan la formación de esta secuencia y, por extensión, profundizar en los procesos que provocan que el gas se convierta en una estrella son dos cuestiones clave para la astrofísica del futuro”, apunta Calzetti.
Más información: Jesús Falcón Barroso (jfalcon [at] iac.es (jfalcon[at]iac[dot]es)) y Johan H. Knapen (jhk [at] iac.es (jhk[at]iac[dot]es)).Teléfono de contacto: 669976577.
http://www.iac.es/winterschool/2011