La paternidad del término “telescopio”

Telescopio IAC-80, de 80 cm de diámetro, instalado en el Observatorio del Teide (Tenerife). Foto: Carmen del Puerto (IAC).
Fecha de publicación
Autor/es
María Carmen del
Puerto Varela

El instrumento astronómico por excelencia del Renacimiento fue el telescopio, invento y término que muchos atribuyen erróneamente a Galileo y que él nunca se adjudicó. En este artículo se recogen algunas investigaciones y referencias en la literatura sobre la paternidad del término telescopio, así como el uso de términos alternativos en tiempos del astrónomo italiano.

El invento

El arte de fabricar lentes era una tecnología antigua ya conocida. Basándose en ella, el telescopio surgió de acoplar a un tubo una lente convergente y otra divergente. Y esto ocurría en varios lugares distintos, entre ellos Barcelona. Los ópticos holandeses ofrecieron su telescopio a los Príncipes de Médicis como instrumento militar, para observar barcos o espiar los movimientos del enemigo (Fernández-Rañada, 1995, pp. 61-62). Hans Lippershey (1570- 1619), quien patentó el invento en 1608, lo llamó kijker (“mirador”).

La aplicación astronómica

En mayo de 1609, encontrándose en Venecia, Galileo Galilei (1564- 1642) supo del invento de los holandeses, un instrumento que permitía ver de cerca objetos situados lejos del observador. Antes incluso de llegar a ver ningún telescopio, el italiano se había construido el suyo propio. Pero no miró barcos ni ejércitos, sino los cielos, y descubrió montañas en la Luna, satélites en torno a Júpiter, fases en Venus, anillos en Saturno, manchas en el Sol y multitud de estrellas en la Vía Láctea.

¿Quién acuñó el término telescopio?

Galileo no inventó el telescopio ni tampoco el término, alrededor del cual existe una peculiar historia, como se cuenta en el libro The naming of the Telescope, escrito por el historiador estadounidense Edward Rosen en 1947. La gran excitación que los descubrimientos de Galileo provocaron en el mundo científico dio lugar a múltiples designaciones para el nuevo método de observación. En la posterior batalla por la supervivencia, el término telescopio se mantuvo frente a sus competidores anglosajones. ¿Pero quién acuñó este término? Hasta el estudio de Rosen, dos eran las atribuciones: una era Federico Cesi y la otra Giovanni Demisiani.

La etimología

Telescopio es un término griego que proviene del adverbio têle (“lejos”) y del verbo skopéo (“yo miro, observo”). En español, el término fue introducido en 1739.

Términos alternativos

Galileo sorprendió a sus contemporáneos anunciando, en Sidereus Nuncius (El Mensajero Celeste o Aviso Astronómico), una serie de descubrimientos astronómicos importantes que habían sido posibles gracias a la por entonces reciente invención del telescopio. Pero Galileo no pudo usar este término, porque aún no había sido creado. En su lugar, se refirió a él como organum instrumentum, términos que resultaban familiares a los lectores en relación con los instrumentos de observación a simple vista, y con mayor frecuencia el término perspicillum, como figura en la página del título del libro. Johannes Kepler (1571-1630) compartió con Galileo su preferencia por este último término. En la respuesta que dio a Galileo en Conversaciones con el Mensajero Celeste, Kepler usó instrumentum, aunque utilizó con mayor frecuencia perspicillum, la designación latina que resultaba más apropiada para “la invención que tan ampliamente había incrementado la capacidad del hombre para explorar la estructura oculta del Universo” (Rosen 1947, p. 4).

Pero el término perspicillum, así como specillum (también empleado por Galileo), se usaba igualmente para designar una lente óptica, lo cual creaba cierta confusión. Kepler, que advirtió el problema, denominó al invento perspicillum duplicatum, para diferenciarlo de las lentes simples (simplicibus perspicillis).

Galileo publicó sus trabajos en latín para que pudieran ser comprendidos fuera de Italia, pero la mayoría de sus cartas fueron escritas en italiano (toscano), y en ellas el término utilizado con preferencia fue el de occhiale. “Mas este término estaba abierto a la misma objeción que su contrapartida latina, perspicillum. Su forma en plural, occhiali, era la palabra habitual para un par de lentes. Galileo buscó remediar esta debilidad o potencial ambigüedad en su expresión favorita llamando a la lente vetro, dado el material (vidrio) del que estaba hecha. Mientras, en Praga, alguien recurrió a occhiali doppii, que correspondía al perspicillum duplicatum de Kepler” (Rosen, p. 5).

El segundo término en italiano que Galileo seleccionó fue el de strumento, pero su incapacidad para distinguir el nuevo ingenio de las herramientas de los astrónomos antiguos lo hicieron igual de inadecuado que instrumentum, su antecesor latino. “Tanto en italiano como en latín hay que reconocer que Galileo falló al sugerir un nombre distintivo que pudiera captar la imaginación del hombre” (Rosen, p. 5).

Una cena en Roma

Federico Cesi (1585-1630) fue fundador y presidente de la Academia de los Linces (Academia dei Lincei) de Roma, una asociación para el avance de la ciencia a la que perteneció Galileo. A Cesi le atribuyen el término telescopio Giovanni Battista della Porta (1535-1615), que fue vicepresidente de dicha Academia, y el médico y naturalista alemán Johannes Faber (1574-1629).

Fue en una cena en honor a Galileo, que tuvo lugar en Roma el 14 de abril de 1611, cuando se hizo público el término telescopio. En la investigación que Rosen realizó para averiguar quién de los invitados fue el autor se recurre a una fuente periodística de la época. El 16 de abril de 1611, los Avvisi daban la siguiente noticia: “Galileo Galilei, el matemático, llegó aquí procedente de Florencia antes de Semana Santa. Anteriormente profesor de Padua, se encuentra en la actualidad al servicio del Gran Duque [de Toscana] con una asignación de 1.000 escudos. Ha observado el movimiento de las estrellas con el occhiali, que ha inventado o más bien mejorado. En contra de la opinión de todos los filósofos de la antigüedad, declara que hay cuatro o más estrellas o planetas, que son satélites de Júpiter y que él llama los cuerpos Mediceos, así como dos compañeros de Saturno. Ha discutido aquí su opinión al respecto con el Padre Clavius, el Jesuita. La tarde del jueves, en la hacienda de Monseñor Malvasía, más allá de la puerta de San Pancracio, un promontorio abierto, se ofreció un banquete en su honor a cargo de [Federico Cesi], el Marqués de Monticelli y sobrino del Cardenal Cesi, quien estaba acompañado de su pariente, Pablo Monaldesco. A la reunión asistieron Galileo; un flamenco llamado Terrentius; Persio, del séquito del Cardenal Cesi; [La]galla, profesor de la Universidad de aquí; el Griego, matemático del Cardenal Gonzaga; Piffari, profesor de Siena, y otros ocho más. Algunos de ellos salieron expresamente para llevar a cabo esta observación, y aunque se quedaron hasta la una de la madrugada, no llegaron a alcanzar un acuerdo sobre lo que vieron” (Rosen, p. 31).

Johannes Faber estuvo en el famoso banquete de Galileo en Roma y en su libro Animales Mexicanos dice: “Antes de la cena, vimos algunas imágenes de los cielos y de la Tierra, y mantuvimos discusiones filosóficas. Mientras se utilizaba el instrumento, Cesi repitió el nombre de telescopio varias veces. Agradó tanto a todo el mundo y fue tan bien recibido que a partir de entonces se extendió por la ciudad y por el mundo” (Rosen, p. 30). Posteriormente e inspirándose claramente en telescopio, Faber acuñó el término microscopio, que sustituyó a occhialino, inventado por Galileo.

Demisiani de Cefalonia

Giovanni Demisiani de Cefalonia (¿-1619) estaba presente en la cena de Galileo. Su nombre aparece en el relato de Faber y en el informe de los Avvisi se le identifica como “el Griego, matemático del Cardenal Gonzaga”. Se sabe que fue amigo de Galileo y que el 15 de agosto de 1612 fue admitido oficialmente en el creciente grupo de los Linces. Murió en París y fue Cesi quien informó de ello a Galileo en 1619.

Fenómenos Lunares, de Giulio Cesare Lagalla (1571-1624), profesor de Filosofía de la Universidad de La Sapienza en Roma y citado en las dos fuentes documentales sobre la cena en honor a Galileo, es el primer libro impreso en el que aparece (ya en la misma página del título) el término telescopio.

Lagalla también escribió un tratado sobre la luz, que suele acompañar a sus Fenómenos Lunares (las páginas de ambos libros se numeran consecutivamente). Lagalla empieza narrando que una noche el autor, junto con Cesi y otros dos amigos, quedaron con Galileo con el propósito de observar Venus y Saturno. Uno de estos amigos era Giovanni Demisiani, “a cuya mente ingeniosa –dice Lagalla-, debemos el nuevo nombre de telescopio, otorgado más apropiadamente que el de perspicillum” (Rosen, p. 57).

Rosen concluye que el término telescopio fue originalmente inventado por Demisiani y públicamente revelado por Cesi en el banquete del 14 de abril de 1611. Y añade: “A menos que hayamos cometido un error, fue el Griego, Giovanni Demisiani de Cefalonia, poeta y teólogo más que científico, quien fomentó, si no inició, el curioso imperativo categórico que ordena que los instrumentos científicos modernos lleven nombres griegos antiguos” (Rosen, pp. 67-68).

Otros autores también se hacen eco de esta paternidad, como Henry King, en su historia del telescopio (King 1979, p. 38), y Stillman Drake, en su biografía científica de Galileo (Drake 1978). De este último extraemos el siguiente párrafo: “Cesi había compuesto una pequeña obra que llamó celiscopio, dedicada principalmente a la refutación de las supuestas orbes sólidas de los cielos. Estaba escrita en forma de carta a Porta, y Cesi pensaba incluirla junto con la réplica de Porta en el volumen de correspondencia de los Linces que él había propuesto. Giovanni Demisiani, quien había acuñado la palabra telescopio en 1611, propuso el título helioscopia para ese volumen, pero esta sugerencia fue descartada cuando llegaron a Roma las nuevas cartas de Apelles, y el nombre helioscopio ya había sido inventado por el alemán” (Drake, pp. 196-197). Apelles era el seudónimo del jesuita alemán Christopher Scheiner (1573-1650), quien en efecto se refiere en su carta del 25 de julio de 1612 al “tubo óptico que podría con propiedad llamarse helioscopium, puesto que está orientado directamente al Sol” (Rosen, p. 38). Aunque según Rosen, Cesi escribió a Galileo el 29 de septiembre de 1612 diciéndole: “Creo que el trabajo podría titularse Helioscopia. He sugerido este título a Demisiani y a él le ha gustado mucho” (Rosen, p. 38).

Un documento de gran importancia en la investigación de Rosen es la carta que Cesi envía a Galileo el 28 de octubre de 1612. En ella se dice: “Estoy seguro de que Apelles coge su término helioscopio de nuestro telescopio, a través del libro de Lagalla, que ha llegado a esa región, y por otro libro de Jerome Sirturi, quien me lo oyó a mí, habiendo sido ambos libros recogidos en el catálogo de la feria de esta pasada primavera en Frankfurt” (Rosen, p. 41).

Rosen confirma que efectivamente en el catálogo de la feria de primavera de Frankfurt de 1612 aparecen estos dos libros, conteniendo ambos en su título la palabra telescopio (aunque el de Sirturi se publicó seis años después).

¿Llegó Galileo a utilizar la palabra telescopio?

Parece que sí. Según el Diccionario de Oxford, lo hizo en toda la correspondencia que mantuvo desde el 1 de septiembre de 1611. En una carta dirigida a otro miembro de la Academia de los Linces, Marcus Wesler, fechada el 4 de mayo de 1612, y con motivo del volumen sobre “Manchas Solares”, Galileo usó occhiale una vez en la primera referencia al instrumento, para proceder luego a introducir telescopio como sinónimo de occhiale; “y por todo el resto de las Manchas Solares empleó telescopio prácticamente para excluir los otros términos” (Rosen, p. 39).

 

REFERENCIAS:

FERNÁNDEZ-RAÑADA, Antonio. Los muchos rostros de la ciencia. Premio Internacional de Ensayo Jovellanos 1995. Ediciones Nobel. Oviedo, 1995.

ROSEN, Edward. The naming of the Telescope. Prólogo de Harlow Shapley. Henry Schuman. New York, 1947.

KING, Henry C. The history of the Telescope. Dover Publications. New York, 1979 (e.o. 1955).

DRAKE, Stillman. Galileo at work. His scientific Biography. The University Chicago Press. Chicago, 1978. The Oxford English Dictionary. Oxford Carendon Press. Oxford, 1989. 2ª edición.