El espectáculo robado del firmamento
El derroche de energía que las grandes urbes producen para alumbrar sus calles, más que iluminar, encandila a los ciudadanos impidiéndoles disfrutar del cielo nocturno y de sus estrellas. Varias iniciativas y proyectos han buscado luchar contra la contaminación lumínica a raíz de que el 31 de octubre de 1988 naciera la Ley del Cielo de Canarias. 30 años después, la situación parece haber cambiado, aunque no lo suficiente. No cabe duda de que la iluminación eléctrica ha supuesto un avance importantísimo para la ciudadanía moderna. Ya nadie se imagina la noche sin luces que la iluminen
Juan Federico de la
Paz Gómez
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