T. Corona Borealis podría ser el nombre de un personaje de ficción luchando por el trono de un reino violento, pero es mucho más interesante que eso, es cómo se llama una nova recurrente. Es decir, una explosión cósmica que se puede captar desde la Tierra… cada 80 años.
La investigadora del Instituto de Astrofísica de Canarias, Alicia López Oramas, explica que T. Corona Borealis “es lo que llamamos una nova, que no es más que una pareja formada por una estrella roja muy grande y una estrella tipo enana blanca, que es el remanente que queda cuando una estrella como nuestro Sol muere”.
En estos casos, la estrella enana blanca que es ya un cadáver estelar actúa como los zombis de las películas que le va robando o acretando material a la estrella viva. Ese material ‘robado’ se va acumulando, primero en un disco alrededor de la propia enana blanca y después sobre su propia superficie hasta que llega un punto en el que la presión y la temperatura de ese material, de ese hidrógeno, se hace muy elevada y el sistema estalla, erupciona en una explosión termonuclear. Entonces, lo que vemos desde la Tierra es el resultado de este fuerte estallido que se ve como si fuera una nueva estrella y de ahí la palabra stellanova, de estrella nueva en latín, que puede ser incluso visible a simple vista.
López Oramas explica que en “la Vía Láctea conocemos actualmente diez novas que emiten erupciones de manera recurrente cada X años y T.Corona Borealis es la más brillante de ese grupo”. Otra característica que hace de esta nova algo especial es que no solo es la más brillantes, sino que es la más conocida, pues hay registros históricos del siglo XIII. Además, es de las que tiene el periodo más largo: 80 años que justo se cumplen ahora, por lo que la comunidad científica está expectante para volver a estudiar esta escena de violento canibalismo galáctico zombi, ¡no se puede pedir más!
Además, añade que desde el IAC se está estudiando a través de varios telescopios que observan en diferentes frecuencias o longitudes de onda. Por una parte, se está realizando un seguimiento en el rango de luz visible, que es el que puede ver el ojo humano, y para ello se utilizan los telescopios SONG y Las Cumbres, ambos instalados en el Observatorio del Teide, en Tenerife.
Además, como la comunidad científica está interesada en conocer o en estudiar su contrapartida más energética, se hará un seguimiento con los telescopios MAGIC y LST-1, que son expertos en estudiar rayos gamma y que están ubicados en el Observatorio del Roque de los Muchachos (ORM). En este caso, se intentará confirmar si es la nova más brillante.
Hasta ahora, solo se ha observado este fenómeno en una ocasión, en la nova RS Ophiuchi durante su erupción de 2021. Identificar un nuevo caso permitirá comprobar si este tipo de emisión es común en las novas recurrentes o si depende de condiciones particulares, ayudando así a entender mejor los mecanismos físicos que la producen.
Por último, para estudiar cómo se expande la nova se utilizará un método de detección diferente al de las observaciones gamma, conocida como interferometría de intensidad, empleando los tres telescopios Cherenkov del ORM: los dos MAGIC y el LST-1.
