La Astronomía, la Arqueología y lo Intangible

Amanecer desde el santuario ibérico de El Amarejo (Bonete, Albacete) el equinoccio de otoño de 2004. La foto de la izquierda muestra una vista general de la montaña que domina el horizonte oriental del yacimiento justo en el momento en que aparecen los pr
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César
Esteban López
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Hubo una vez un arqueólogo que, al abrir una tumba cartaginesa sellada durante más de dos mil años, olió por unos instantes el perfume depositado como ofrenda para el difunto. Una sensación que desapareció para siempre tan pronto como el aire exterior inundó la tumba profanada.

Cuando los arqueólogos estudian el pasado suelen hacerlo a partir de restos tangibles que aparecen cuando excavan. Restos materiales que se pueden tocar, medir y analizar en el laboratorio. En mis años de investigación en Arqueoastronomía he tenido la ocasión de conocer a muchos de estos buscadores del pasado y es impresionante lo que se puede llegar a hacer cuando los que “siempre estamos mirando al cielo” nos ponemos a trabajar con los que “siempre están mirando al suelo”. Con esa mirada complementaria logramos incorporar la bóveda celeste al contexto de los lugares elegidos por los seres humanos para vivir, adorar a sus dioses o ser enterrados. Y es que cuanto más avanzamos en esa visión, más nos damos cuenta de lo importantes que fueron los astros para las culturas del pasado.

Midiendo orientaciones y observando ortos y ocasos desde templos y santuarios de los antiguos íberos del sureste de la Península Ibérica (siglos V al I a. C.) hemos visto amaneceres equinocciales tan llamativos que dejan pocas dudas a que fueron usados como una parte fundamental del rito. Metiéndonos en cuevas-santuario hemos descubierto manchas de luz iluminando sus zonas más profundas justo en el ocaso en equinoccios o solsticios. Puedo asegurar que el descubrimiento de estos fenómenos intangibles es muy gratificante, como recibir un mensaje desde el pasado, algo similar a sentir el perfume de la tumba cartaginesa que comenté al principio. Pero los arqueoastrónomos somos afortunados. Esta suerte de mensaje del pasado vuelve a reproducirse periódica y puntualmente con los ciclos infalibles de los astros, mostrándonos la voluntad viva de los que lo vieron por primera vez y para los que aquello tenía un significado. Solo el trabajo interdisciplinar de astrónomos y arqueólogos nos dará las pistas necesarias para comenzar a descifrar el mensaje y a comprender el papel de los astros en el mundo simbólico de nuestros antepasados.

Comparación de la mancha de luz solar proyectada por una abertura situada en el extremo oeste de la cueva-santuario ibérica de la Lobera (Castellar, Jaén) en tres fechas diferentes con posiciones del disco solar también diferentes (parametrizadas por su declinación, δ) y segundos antes del ocaso. Alrededor de los equinoccios es el único momento del año en que la parte más interna de la cueva (una especie de hornacina de un metro de anchura) es iluminada por la luz solar. Podemos comprobar ligeras variaciones de la forma de la mancha de luz debido a pequeños desplazamientos de la posición del Sol, especialmente en la zona señalada con la flecha. La imagen de la izquierda es representativa del equinoccio astronómico y la de la derecha, del día mitad entre solsticios. Fotos: César Esteban y Francisco Gómez Cabeza.
Comparación de la mancha de luz solar proyectada por una abertura situada en el extremo oeste de la cueva-santuario ibérica de la Lobera (Castellar, Jaén) en tres fechas diferentes con posiciones del disco solar también diferentes (parametrizadas por su declinación, δ) y segundos antes del ocaso. Alrededor de los equinoccios es el único momento del año en que la parte más interna de la cueva (una especie de hornacina de un metro de anchura) es iluminada por la luz solar. Podemos comprobar ligeras variaciones de la forma de la mancha de luz debido a pequeños desplazamientos de la posición del Sol, especialmente en la zona señalada con la flecha. La imagen de la izquierda es representativa del equinoccio astronómico y la de la derecha, del día mitad entre solsticios. Fotos: César Esteban y Francisco Gómez Cabeza.

Esta investigación está encuadrada en las actividades que se realizan dentro del proyecto Arqueoastronomía: http://www.iac.es/proyecto/arqueoastronomia/