No hay arte como el cinematográfico, capaz de crear nuevos mundos alternativos, sólo limitado por la imaginación de sus creadores. Pero, tal como dijo Pablo Picasso, «el arte es la mentira que nos hace comprender la verdad». La intención de esta sección es llamar la atención sobre aquellos momentos en que una buena recreación de la realidad nos provee, de manera inadvertida, de un mayor conocimiento científico.
Hace unos meses se presentó en los mejores cines de toda España (tal cual reza la publicidad) El Único, donde el astro oriental Jet Li desafiaba las leyes de la física y de la lógica batallando consigo mismo en múltiples universos (125 para ser preciso). Tras la proyección, discutía con mi amiga Julia el realismo de esta historia (a pesar del desmentido al final que indicaba que cualquier semejanza con hechos reales o personajes vivos o muertos era pura coincidencia).
Si definimos el Universo como el dominio del espacio y tiempo que los astrónomos pueden observar, es lícito plantearse la existencia de otros universos que sean diferentes en tamaños, contenidos, dimensiones o incluso las leyes de la física que los gobiernan.
En la película existen 125 universos, cuya evolución e historia son diferentes. Aunque no está explicado, es posible que estos universos paralelos se inspiren en una interpretación particular de la mecánica cuántica, conocida como la teoría de los “Muchos mundos”. El escritor Olaf Stapleton prefiguró así esta teoría en su libro “El Hacedor de Estrellas”: “Cuando una criatura se encontraba con varios posibles cursos de acción, tomaba todos ellos, creando de esta manera diferentes historias del cosmos”. Sin embargo, estos universos son, por el momento, fruto de la especulación física para resolver ciertas paradojas de la teoría cuántica, pero no existe ninguna base para su existencia real.
En la película, el método de transporte entre universos es el “agujero negro”. Ahora bien, un agujero negro es un objeto tan masivo que ni siquiera la luz puede escapar de él. Sin embargo, dentro del terreno de la especulación teórica, un objeto de la misma familia, conocido como “agujero de gusano”, podría llevarnos a otra parte del Universo (solucionando ciertos problemas técnicos, por supuesto).
Es interesante ahora advertir que, para los astrónomos, la idea de múltiples universos tiene otro significado, dentro de una base científica.
Existen dos tipos de Universo, el observable, todo lo que ha estado o está en contacto con nosotros, y el Universo en su totalidad, aquello que ha estado, estará o podría estar en contacto causal con nosotros. La esfera de contacto causal crece con la velocidad de la luz.
Por supuesto que en la actualidad existe un límite al cosmos que observamos, fijado por la capacidad técnica de nuestros instrumentos. Pero, aunque pudiéramos mejorar nuestras herramientas de observación indefinidamente, existiría una frontera infranqueable. El límite absoluto observable es el horizonte fijado por la distancia en que cualquier señal, moviéndose a la velocidad de la luz, ha viajado desde el momento de la Gran Explosión (el Big Bang). Si el Universo se está desacelerando, más y más galaxias serán observadas en el futuro. Sin embargo, si tal como pensamos en la actualidad, habitamos en un Universo que se está acelerando en su expansión, existirán galaxias tan lejanas que su luz no ha llegado ni tampoco llegará en el futuro a nosotros. En cierta manera, son otros universos, a los cuales nunca tendremos acceso.
En la frontera de la astrofísica, algunos teóricos especulan con múltiples big bangs, zonas de espacio tiempo desligadas unas de otras en dominios de espacio tiempo inaccesibles unos de otros. Incluso esos universos podrían generarse por experimentos mal conducidos. Y aun astrofísicos más osados sugieren que nuevos universos podrían crearse a partir del interior de los agujeros negros, por su naturaleza en un dominio espacio-tiempo inaccesible a nosotros. La idea de múltiples universos es también un poderoso argumento para explicar por qué el cosmos está tan ajustado en sus parámetros físicos para la vida humana; algunos especulan sobre infinitos universos, cada uno con diferentes leyes físicas, y sólo una fracción muy pequeña donde las condiciones son tales para que existan seres como nosotros que se maravillen ante su existencia.
¿Qué prueba esto? Que incluso el guion mas descabellado de Hollywood palidece ante las posibilidades que nos presenta la naturaleza. En las palabras de Hamlet: “Hay más cosas en el cielo y en la tierra, Horacio, que las soñadas en tu filosofía”.
(Publicado originalmente en IAC NOTICIAS, N. 1-2002. pág. 118)
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Esta serie de artículos rinde homenaje a nuestro compañero Héctor Castañeda, fallecido recientemente. "LA REALIDAD DE LA FICCIÓN" fue una sección fija en la revista IAC Noticias, de 2001 a 2006, en la que el investigador analizaba películas y explicaba sus errores y aciertos.