Venus vuelve a estar de moda

Dibujo de las fases de Venus realizado por Galileo Galilei en su obra “Il Saggiatore” (El Ensayador) en 1623. Crédito: Biblioteca Nazionale Centrale di Firenze.
Fecha de publicación
Autor/es
Alfredo Rafael
Rosenberg González
Categoría

Venus vuelve a estar de moda. Desde hace unos meses, su brillo aparente tras la puesta de Sol no deja de llamarnos la atención. El pasado 24 de marzo alcanzó su máxima elongación Este (máxima separación del Sol en su órbita, visto desde la Tierra) aunque será en unos días cuando alcance su máximo brillo, a finales de abril. A partir de ahora su obligado desplazamiento orbital hará que lo veamos cada vez menos tiempo tras la puesta de Sol, siendo imposible verlo ya a finales de mayo. Tendremos que volver a esperar aproximadamente un año y medio para que esas bellas conjunciones con la Luna creciente apenas iluminada se vuelvan a dar tras la puesta de Sol. Pero no extrañaremos mucho a Venus. En poco tiempo cambiará de personalidad y pasará a ser la “estrella del Alba”, alcanzando su máxima elongación Oeste a mediados de agosto y maravillándonos con su brillo antes de los amaneceres veraniegos, máximo durante la segunda semana de julio.

Entender todo lo descrito es sencillo si somos capaces de visualizar el movimiento de Venus en su órbita, más cercana al Sol que la de la Tierra. Debemos tener en cuenta que los planetas se mueven en un plano; podemos dibujarlas como órbitas aproximadamente circulares alrededor del Sol sobre un suelo de arena o en una hoja de papel. Además, para mantenerse en sus órbitas, los planetas deben recorrerlas más rápidamente cuanto más cerca estén del Sol, para compensar su atracción gravitatoria. En el caso de Venus, tarda aproximadamente 7 meses y medio en completar una vuelta, mientras que la Tierra tarda unos 12 meses.

Ahora viene algo importante: nosotros nos encontramos en la Tierra, no flotando sobre el plano del Sistema Solar. Eso significa que cuando observamos a Venus, este planeta se moverá aproximadamente a lo largo de una línea en el cielo, acercándose o alejándose del Sol hasta una distancia máxima que hemos llamado elongación Este u Oeste. La línea en que se desplazan los planetas por el cielo es la denominada eclíptica.

Aunque parezca increíble, antes de la invención del telescopio los astrónomos ya sabían la proporción entre las órbitas de la Tierra y de Venus mediante una simple medida: el ángulo de máxima elongación (el ángulo máximo entre el Sol y el planeta Venus). Basta medirlo cada día y quedarse con el valor máximo. Justo en ese momento, las líneas que unen el Sol con Venus, y Venus con la Tierra, forman un ángulo recto. El ángulo entre ambos cuerpos (unos 47 grados) nos dará la relación de radios orbitales. Venus está a aproximadamente 0,72 veces la distancia de la Tierra al Sol.

"Representación esquemática de las órbitas de la Tierra (azul) y un planeta interior (verde) en torno al Sol. El tamaño aparente y la porción de superficie iluminada del planeta por el Sol varían de forma notable". Crédito: Inés Bonet (IAC).
"Representación esquemática de las órbitas de la Tierra (azul) y un planeta interior (verde) en torno al Sol. El tamaño aparente y la porción de superficie iluminada del planeta por el Sol varían de forma notable". Crédito: Inés Bonet (IAC).

Con la utilización del telescopio por parte de Galileo en 1610 para observar Venus, el modelo heliocéntrico quedó confirmado, gracias a las observaciones de sus fases, así como de su tamaño aparente. Si nos situamos en la posición de la Tierra, tenemos varias posiciones importantes en la órbita de Venus: cuando está detrás del Sol (conjunción superior), cuando se encuentra entre el Sol y la Tierra (conjunción inferior), y cuando está en las posiciones de máxima elongación Este y Oeste. Las variaciones de su tamaño aparente serán enormes: pasará de tener más de un minuto de arco a la distancia mínima, a menos de 10 segundos de arco cuando se encuentre lejos tras el Sol, unas 6 veces mayor en un caso que en el otro.

Por último, sus fases. Venus es un planeta rocoso grande, gemelo en este aspecto de la Tierra, que está cubierto de nubes que reflejan la mayor parte de la luz que reciben del Sol. Dependiendo de su posición en la órbita, veremos el planeta más o menos iluminado, tal como ocurre con la Luna. Al cruzar entre el Sol y nosotros, lo veremos en fase “nueva”, iluminado por detrás. Cuando esté en su posición más distante, estará totalmente iluminado, como una Luna llena. En fases intermedias, estará parcialmente iluminado. Durante la máxima elongación Este u Oeste, estará iluminado aproximadamente a la mitad.

Sin embargo, el máximo brillo lo alcanza en una posición de equilibrio entre ambos factores: su tamaño y porción de superficie iluminada. Esto ocurre cuando se encuentra iluminado aproximadamente un 25% y puede ser observado incluso con telescopio de relativamente pequeño diámetro. Para hacernos una idea visual de la situación, les propongo observar el cielo el día 28 de abril, Venus y la Luna estarán aproximadamente iluminados de igual forma por el Sol. Espero y deseo que esta observación pueda hacerse celebrando la finalización del presente estado de alarma. Un abrazo virtual muy fuerte a todos.