![Cúpula del Gran Telescopio Canarias (GTC) e ilustración de Gustavo Doré para una edición antigua de la obra Don Quijote de la Mancha. (Episodios de su vida dedicados a los niños). Fotos: Carmen del Puerto (IAC). Cúpula del Gran Telescopio Canarias (GTC) e ilustración de Gustavo Doré para una edición antigua de la obra Don Quijote de la Mancha. (Episodios de su vida dedicados a los niños). Fotos: Carmen del Puerto (IAC).](/sites/default/files/styles/crop_square_2_2_to_320px/public/images/blog/ATT00007-1024x741.jpg?itok=nmgoQ6-2)
“Porque el hombre, Sancho, nunca deja de soñar”
Aquella tarde, sin saberlo, Don Quijote decidió cambiar el rumbo de la historia. Se lanzaría hacia los gigantes a sabiendas de que acabaría molido a palos… o no. Se colocó la destartalada armadura, subió a su maltrecho Rocinante y, mirando a Sancho, sonrió con la confianza de aquel que sabe que tiene razón. Lo había hecho en numerosas ocasiones y no podía defraudar a su nuevo lector. Pero, por una vez, alguien, en algún recóndito rincón del mundo, leyendo por no se sabe cuál vez aquella breve pero intensa aventura del caballero de la triste figura enfrentándose a los molinos de viento, por
Natalia Ruiz Zelmanovitch
Fecha de publicación